
Me encontré con Poul en su escala en Bolonia, y pasamos 24 increíbles horas en esta Hermosa ciudad italiana. Comenzamos con prosciutto y queso en el Roxy Bar antes de dar un paseo para ejercitar nuestro apetito para la siguiente comida que fue pasta en el Sfoglia Rina.
En Bolonia, la salsa boloñesa se llama Ragú y se come con tallarines, no con espagueti. El mesero de otro restaurante fue quien nos recomendó el Sfoglia Rina, que resultó ser justo lo que estábamos buscando. Un lugar perfecto para una cena casual.
Después de la pasta, ambos caímos en un coma alimenticio, así que mientras podíamos movernos decidimos comprar entradas para la Torre Asinelli, que es una de las dos famosas torres que se encuentran cerca del centro de la ciudad. Para llegar a lo alto de la torre, debes subir 498 escalones de una escalera en forma de espiral hecha de madera antigua en la parte interna de la torre.
Tome el liderazgo e iba un poco más rápido, así que cuando estaba cerca de la mitad de las escaleras, tuve que detenerme y recobrar la respiración y por “recobrar la respiración” me refiero a encorvarme y jadear por aire como un pez en la tierra. Aparentemente, fue algo dramático, porque las personas que iban subiendo comenzaron a preguntarle a Poul, que estaba riéndose (!) si yo estaba bien. A pesar de todo, la vista de la cima valió todos los escalones y el jadeo del mundo; ¡era absolutamente impresionante!
La mañana siguiente, tomamos el desayuno en un café muy agradable, Al Tramezzino, justo en la esquina del hotel. Nos sirvieron café, sándwiches y el personal fue muy amable. Si alguna vez regreso a Bolonia, ahí es donde iría a desayunar. Antes de irnos al aeropuerto, nos las arreglamos para visitar una antigua heladería llamada Gelatauro. Tienen unos helados muy deliciosos y la persona detrás del mostrador parecía genuinamente interesada en lo que pensábamos sobre el helado. ¡Qué ciudad tan maravillosa, espero regresar pronto!