Mi plan original para este viaje era no hacer absolutamente nada. Tirarme junto a la piscina, leer, nadar y repetir. Fue delicioso durante un tiempo. Pero después de unos días, incluso la mejor piscina empieza a sentirse un poco repetitiva, así que el sábado por la tarde decidí arreglarme y salir rumbo al Phuket Weekend Market.
El mercado está fuera de Phuket Town y el trayecto en taxi fue bastante malo. Mucho tráfico y más de una hora de camino, así que lo que se suponía que iba a ser una salida tranquila por la tarde terminó siendo un viaje largo. Aun así, cuando llegué, me alegré de haber hecho el esfuerzo.
El mercado me recordó un poco a una versión más pequeña y ordenada del famoso Chatuchak Weekend Market de Bangkok. Hay muchos puestos, pero el ambiente es menos caótico y mucho más fácil de recorrer. Muchos venden lo típico: souvenirs, camisetas, imitaciones de marcas de diseñador y todo tipo de curiosidades. Nada demasiado emocionante, pero si miras con calma, aparecen algunos hallazgos interesantes entre todo eso.
Compré unos cuencos hechos con cáscara de coco, como los que a mi mamá le habían gustado a principios de año cuando estuvimos en Karon Beach. Se los daré por Navidad. No le digan nada. También encontré una pequeña marca independiente que vendía bolsos hechos a mano y terminé comprando una bolsa tipo saco de tela impermeable que resultó perfecta para los días de playa. Justo el tipo de recuerdo práctico que me gusta traer de los viajes.
Como siempre, la sección de comida fue lo que más me atrajo. Es lo primero que busco en cualquier mercado, y este no decepcionó. Hay pequeños restaurantes al aire libre y muchísimos puestos de comida, así que es fácil convertir la visita en una especie de cena por etapas sin que resulte pesada.
Empecé con algo ligero en uno de los restaurantes informales y luego fui paseando por la zona de comida, probando cosas por el camino. Salchichas tailandesas picantes recién salidas de la parrilla, ahumadas, jugosas y con el punto justo de picante. Más tarde, caí en la tentación del postre y pedí crepas de plátano con helado y salsa de chocolate. Un poco excesivo tal vez, pero cuando el antojo llama, poco se puede hacer.
Una de las mejores cosas de los mercados nocturnos es la temperatura. Más fresca, con un poco de brisa y mucho más agradable que durante el día. El mercado tenía vida sin resultar abrumador, y era el tipo de lugar donde puedes ir sin prisa, picar algo, comprar un poco y simplemente deambular sin ningún plan.
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